Entradas

Mostrando las entradas de enero, 2021

EL VISITANTE NOCTURNO - Relato N°1, Parte ll

Imagen
¡Oh Dios mío! El silencio en el ambiente es aterrador. Incluso más que mi visitante nocturno, al cual no he visto todavía. Hace un frío del carajo, pero creo que estoy tiritando del miedo. Lo raro es que no se oye nada en la sala. “Debe ser que ya se marchó”, dije esto en mi mente y después me tranquilice por completo. Me llené de coraje y abandoné la protección de las sábanas. El despertador indicaba las cuatro de la mañana. Estaba ansioso porque probablemente conocería al dueño de la sombra inquieta. Oculto en el armario, esperé a que fueran las cinco. No quería encontrarme con algún espectro horrendo. Arrastré la cama y la dejé en su sitio habitual. Antes de entrar a la sala, hice la señal de la santa cruz sobre mi pecho. Convencido de haber adquirido la protección divina, ingresé con cautela. Me sorprendí al ver que la puerta de la habitación, el comedor, las sillas, los cuadros, el televisor y su mesa de soporte, se hallaban destrozados y esparcidos en el suelo. Lo peor de todo, e

LOS INMORTALES CHUPASANGRE - Parte I: El terror al caer la noche

Imagen
Aquí en la ciudad del Norte, el verdadero terror comienza al caer la noche. No existe algún superhéroe que nos pudiera defender del mal que hay en la región, ni Dios puede hacer algo al respecto. El ejército de los hombres fue derrotado en más de una ocasión. Ninguna estrategia militar pudo garantizar la victoria. Apenas se oculta el sol, todas las personas se encierran inmediatamente. La única seguridad consiste en colgar ajo alrededor de la casa, de vez en cuando crucifijos y estacas de plata, sumergidas en agua bendita. Al siguiente día se evidenció los estragos que causaron los inmortales chupasangre. Sus víctimas de ayer fueron diez mendigos, ocho vacas, nueve corderos, quince perros callejeros y todos los integrantes de la familia Conrado. A Víctor se lo llevaron y destruyeron la vivienda por no estar asegurada como debía ser. Creemos que vienen desde la montaña Alpe, situada veinte kilómetros al sur de nuestro municipio. Los occisos presentaban mordidas aglomeradas en varias par

EL VISITANTE NOCTURNO - Relato N°1, Parte l

Imagen
Desde hace un mes, me he estado despertando a las dos de la madrugada. A veces con dos o tres minutos de anticipación. Enseguida el miedo se apodera de mí. La temperatura disminuye, se escuchan pasos en la sala y veo una sombra inquieta por el pequeño espacio que hay debajo de la puerta. No sé qué es lo que ocurre detrás de ella y no me atrevo a abrirla porque soy un cobarde. Vivo solo en el apartamento. La única compañía que tengo es un gato persa, pero no se ha vuelto a aparecer desde que comenzaron a asustarme. Cuando ésto sucede, me cubro completamente con las sábanas y así se me pasa el temor. Por lo general, el tema sólo se quedaba en los pasos escuchados y en la sombra que se trasladaba de aquí para allá. Media hora después y la situación volvía a la normalidad. Ésta noche ha sido diferente, han tocado la puerta de mi dormitorio con cierto descaro. Primero fueron tres golpes impetuosos que tardaron alrededor de cinco segundos cada uno. Los ecos se multiplicaron dentro de mi cabe

LOS CAMINANTES DESQUICIADOS - Parte l

Imagen
Todavía estamos en cuarentena. Ya ni sé en qué día vamos en el calendario. Algunas calles están solas y otras no. En la segunda transitan “los caminantes desquiciados”. Nadie sabe cómo surgió esto. De repente, un ciudadano del común empezó a convulsionar. Botaba sangre de la nariz como si se la hubieran partido de un solo derechazo. Sus ojos parecían quedarse sin luz. Apenas se le notaban las pupilas en medio de la sangre que lloraba. La muchedumbre se aglomeró para intentar salvarle la vida. Cuando creyeron que había muerto, él se levantó agresivamente e hirió con los dientes y las uñas a las personas que tenía cerca. Aquellos que resultaron heridos, tuvieron los mismos síntomas del hombre. Ahora, más de media ciudad está infectada. Entre ellos no se lastiman. Caminan lentamente y lo hacen en silencio, con la mirada guiada hacia el suelo. Los llaman caminantes desquiciados, pero yo les tengo otro apodo: “los tristes caminantes”, porque aparentan una actitud cabizbaja. Si ves a uno de