UN PSICÓPATA CON COMPLEJOS DE ESCRITOR - Parte I: Amor a primera vista


¡Querido Diario!

Ayer a la medianoche, sepulté el cadáver de mi vecina Julia en el solar de mi casa.

Recuerdo que la muy zorra quería coger conmigo. Aunque admito lo buenísima que estaba, tenía prohibido hasta de besar sus labios.

Si por mi fuera, le hubiera hecho el amor incluso después de muerta; pero mi amigo Santa no me lo permitió.

Se sintió agradable tenerla a mi lado, todo el día.

Era la primera vez que experimentaba el agrado con una persona desconocida y más mérito tuvo al ser una hermosa mujer.

Mi amigo Santa me advirtió: “Si te enamoras de ella, vas a sufrir al igual que sucedió con tu padre Ramón y luego buscarías suicidarte como única alternativa de salvación”.

Me dio más miedo el pensar que llegaría a matarme estúpidamente, a que tendría que apuñalarla muchas veces en sus enormes pechos. Sin embargo, ésta historia de amor no culminó de ese modo.

Entonces, yo actué bajo su consentimiento.

Julia tomó la iniciativa al besarme con lujuria, por un momento sentí que volaba alto. Santa me aconsejó que la llevara al sótano. Allá nadie se enteraría de lo que estaba a punto de hacerle.

Le agarré la mano y le susurré al oído lo siguiente: “Te tengo una sorpresa guardada en el sótano”.

Cuando llegamos, le pasé el seguro a la puerta sin que la mujer lo notase. Descendimos por las escaleras y llegamos hasta el fondo, donde no había nada.

Le pedí que se tapara los ojos con las manos y ella lo hizo. Me dijo en voz alta: “Estoy lista”.

De mi espalda y dentro de la camiseta que traía puesta, saqué un cuchillo afilado y se lo atravesé en la garganta.

La mujer se cayó lentamente. Su sangre se esparció en el suelo, formando un gran charco. Las gotas salpicaban mi pantalón, cuando ella daba manotazos en el piso.

Me ensució y no me gustó. La rematé, apuñalándola ocho veces más en el abdomen y finalmente dejó de moverse.

Las tripas se le salieron del vientre y me dio asco. Terminé vomitando la cena sobre su cadáver, antes de desmayarme.


La primera víctima no ha sido Julia y tampoco será la última. Muy pronto fundaré mi cementerio personal.

Quizás haya asesinado al amor de mi vida, aunque no hay forma de poder saberlo.

El único ser que verdaderamente me entiende, es él.

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