POSEÍDO

 

Tengo resaca.

No recuerdo haber tomado el día anterior. Es más, no recuerdo absolutamente nada.

No sé por qué estoy en el comando central de la policía metropolitana de Mosul.

Aquí todo está hecho un desastre: computadores, cuadros, archivadores y demás objetos que se hallaban regados en el suelo y en mal estado.

Ningún policía quedó vivo.

Sus cuerpos presentaban graves fracturas; algunas a la altura del cuello. Otros fueron doblados a 180 grados por detrás de la cintura.

Había evidencias de que accionaron sus armas de dotación e incluso varios de ellos intentaron huir pero los acribillaron hasta por fuera de las instalaciones.

El enemigo no respondió ante los disparos. Prefirió usar la fuerza bruta.

“Cómo es posible que un grupo de hombres sean capaces de realizar los anteriores actos macabros. Tendría que tratarse de bestias; aunque no conozco a alguna que mate a los humanos de ese modo”.

A parte de la sangre chorreada en las paredes, las huellas de las plantas de unos zapatos se hallasen dispersadas en todo el lugar.

Me fijé en la silueta del calzado y sin duda eran los míos.

Dichas huellas ensangrentadas, estaban impregnadas en las paredes y en el cielo raso.

Acepté la realidad, admitiendo que la bestia habría sido yo. Mi personalidad cambió definitivamente para el mal.

“Sé que ya no soy un hombre normal… sé que el instinto asesino y su grandioso poder me domina”.

Como el misterio de la masacre fue resuelto; me fui y dejé mi rastro. Igual nunca podrán capturarme.

 ...

Fragmento inédito de “LA CASA DE LA DESGRACIA” / EL MUNDO DE LOS SINIESTROS – CAPÍTULO 1

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