UN VUELO SINIESTRO - FRAGMENTO

 


A Breiner le habían asignado el asiento de la ventanilla. Su puesto se hallaba en la mitad del avión, en el ala derecha. A él le fascinaban los temas paranormales, en especial la ufología; así que estaba feliz de ver los Ovnis.

Acercó su rostro al vidrio y miró hacia arriba por mera curiosidad. Fue la única persona que vio a la nave nodriza encima de ellos. El tamaño de la nueva nave era veinte veces mayor que el avión.

El piloto intentó comunicarse con la compañía y con alguna torre de control cercana, pero no pudo hacerlo. Adentro no funcionaba algunos aparatos, entre ellos, el de las comunicaciones. Prácticamente estaban echados a su suerte.

Dentro del avión se abrió un portal interdimensional de color negro, con forma de espiral en movimiento. De allí salieron unos treinta reptilianos. Sus tamaños superaban los dos metros de altura.

Todos ellos eran iguales, hasta en el color rojo de sus ojos.

Los extraterrestres procedieron a llevarse a la fuerza a algunos pasajeros. Hubo un hombre valiente que los enfrentó y fue mordido en el brazo izquierdo por uno de ellos. La mordida le produjo una gangrena y esta le contagió todo el cuerpo en cuestión de segundos, muriéndose de ese modo.

Ellos se llevaron a la mitad de los pasajeros. Las naves se fueron y el avión siguió su rumbo.

A las personas que no se llevaron; unos se quedaron llorando desconsolados y otros con trastornos de locura. Resultó ser una experiencia muy traumática.

El piloto y su copiloto no se percataron del rapto, ni del portal interdimensional que se hallaba disfrazado de “tempestad”. Al no tener una comunicación con las azafatas, pensaron en la posibilidad de un secuestro a manos de terroristas.

Sin saberlo, estaban sobrevolando las aguas del triángulo de las bermudas.

Ya había transcurrido el tiempo estipulado del vuelo y todavía seguían viendo el agua del océano. Ahí fue cuando comenzaron a asustarse de verdad.

El avión venía volando a unos 40.000 pies de altura. La tempestad de hace unos momentos, provocó una despresurización. Las máscaras de oxígeno se descolgaron. De inmediato, el piloto maniobró el Boeing y descendió a los 10.000 pies para nivelar el oxígeno adentro. Esto lo hizo aproximadamente en dieciocho minutos.

Tanto el piloto como los pasajeros creyeron haber superado el susto por completo.

De repente, de entre las aguas del océano emergieron cuatro tentáculos enormes y estos a su vez abrazaron al avión, jalándolo con fuerza hacia el mar.

Debajo de ellos yacía el mítico Kraken y Breiner pudo verlo desde la ventanilla.

Aquella bestia tenía la mirada escalofriante, igual a la de un demonio. No sacó su cuerpo del agua. Siempre estuvo acechando a su presa como lo hacen los cocodrilos.

El vuelo 616 de la aerolínea AIRMARTE (AM616) nunca llegó a Madrid porque fue devorado por una enorme boca, a la cual le descendía millares de dientes filosos en forma de espiral hasta el fondo de sus entrañas.


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